martes, 5 de junio de 2012

Las señales de la calle. por Roberto Gargarella


"Pensaba en "Las señales de la calle" al leer, en estos días, las crónicas oficiales sobre los cacerolazos. Algunos optaron por el ocultamiento, pero la mayoría por la denigración: los que protestan son pocos, son bobos, y se mueven sólo porque sienten que le tocaron el bolsillito. Sin asumir que hoy la política pasa por estas reacciones de protesta contra el gobierno (la política pasa por todos lados), ni pensar, mucho menos, que la política se concentra en algunas acciones reactivas promovidas por la clase media-alta (los sectores más pobres se movilizan, políticamente, de modos diversos, todo el tiempo), sí quisiera reaccionar frente a la descalificación de la protesta que hoy se está haciendo.

Primero: rechazaría esta aproximación a la protesta, que descalifica a los protestantes porque tienen una motivación económica, del mismo modo en que rechazo la descalificación al kirchnerismo que dice que todos los kirchneristas defienden al gobierno porque son empleados del gobierno. Propongo, para estos casos, leer a su mejor luz ambos fenómenos: por qué es que hay gente que se manifiesta de estos modos, más allá de los muchos que lo puedan hacer de modo hipócrita o puramente interesado?

Segundo: Ninguna protesta que conozco se motiva plenamente por razones ajenas al interés personal. Y? Los revolucionarios franceses no se movilizaban por ideales abstractos, cantando en las calles "fraternidad, fraternidad", ni el movimiento anti-Wall Street o el de los "indignados" de hoy lo hacen por razones puramente altruistas. De modo similar, cuando la clase obrera hace un paro, lo hace porque busca, fundamentalmente, mejorar su situación económica. Y? Queda desautorizada la protesta si comprobamos que está íntimamente vinculada con situaciones personales de quienes protestan? Qué es lo que se pretende con esa crítica? Qué protesta resultaría entonces legítima, si se las examinara siempre con tales parámetros?

Tercero: La discusión pública se encuentra muy contaminada hoy por dos variables, que suelen socavar más que enriquecer nuestros análisis: el dominio de la escena por parte de un periodismo pésimamente formado; y la sobre presencia de encuestas que tienden a aplanar los debates políticos. Por razones como las citadas, en nuestras discusiones tendemos a perder de vista las complejidades y ambigüedades de la vida política, aún en contextos polarizados como el nuestro.

El punto es que, según creo, estas protestas señalan puntos de ruptura socialmente extendidos en los vínculos personales que cada uno establece con las autoridades públicas -vínculos que no son unidimensionales o planos, que son variados y múltiples. Y conviene prestar atención a las situaciones en que esos lazos comienzan a deshilacharse, aquí y allí: un día, luego de alguna crisis eventual, la sociedad explota y muchos se preguntan por qué, qué paso, de dónde salió tanto enojo, tanta disconformidad."

Desde el blog de Roberto Gargarella.

SEMINARIO DE TEORÍA CONSTITUCIONAL Y FILOSOFÍA POLÍTICA

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