martes, 8 de enero de 2008

Pedro Guell: Los soportes sociales del trabajo de hacerse jóvenes

Los soportes sociales del trabajo de hacerse jóvenes.
Comentarios sobre la V Encuesta Nacional de Juventud del INJUV
Pedro Güell
Santiago, Diciembre, 2007

En la presentación de la V Encuesta de Juventud del
INJUV, presentó sus comentarios Pedro Guell, destacado sociólogo, por 10 años investigador del PNUD y coordinador de su Informe y hoy Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado.

Su exposición me pareció muy contundente, precisa e iluminadora en medio de tantas voces que repiten delante de los micrófonos “lumpen anómico”, “rebeldía juvenil” y otros lugares comunes, para encubrir el no pensar. Como dice Guell, "a ver si le hacemos mella a la conversación mitológica en el ámbito público que proyecta sobre los jóvenes – cual si fueran monstruos marinos de la antigüedad – todas las amenazas e incertidumbres del futuro."

Pedro Guell, muy gentilmente, me acaba de enviar su presentación corregida y creo que proporciona un marco de lecturas de la normalidad de nuestras juventudes que abre otras lecturas

Extractos:
"La juventud puede definirse como la tarea de construir las bases biográficas personales en el campo de negociación y tensión entre autonomía individual y dependencia social. Esta tarea requiere de bases psico-biológicas específicas, por eso la juventud suele ocurrir en un rango de edad específico. Pero es un trabajo que también requiere de recursos sociales. Debido a éstos la juventud es, en buena parte, una producción social.

No todas las sociedades han tenido ese producto cultural que se llama juventud; y en aquellas que lo tienen, no todos los estratos lo disfrutan o sufren en igual medida, porque no todas las sociedades proveen equitativamente los recursos sociales para hacerse jóvenes.

Entre muchos otros, hay tres recursos sociales básicos para la creación de juventud: primero, un sentido del tiempo largo; segundo, un espacio definido por vínculos no familiares; tercero, una sociabilidad organizada sobre bases electivas. Estos tres recursos permiten darle soporte a las experiencias, a las ampliaciones de la autonomía y a la negociación de las dependencias. Tiempo largo, espacio público, sociabilidad electiva son recursos que sólo puede proveer la sociedad como un todo y sin los cuales es muy difícil hacerse joven.

Y cuando la sociedad no provee esos recursos o los que provee no calzan con las nuevas sensibilidades y experiencias, entonces los jóvenes pueden construirse unos soportes propios sobre la base del rechazo a los que le ofrece la sociedad de los mayores. Esa es precisamente la función de una generación joven respecto de los jóvenes concretos que la integran: es un soporte colectivo que les aporta un sentido de tiempo, de espacio y de sociabilidad y que se presenta como superación de las falencias de la oferta social."


"Segundo, el agobio del espacio. ¿En qué lugares puedo experimentar y representar mi autonomía así como, al mismo tiempo, reconocer y definir mi necesidad de los otros que habitan la sociedad? Esa es la pregunta que debiera responder la existencia de espacios públicos, físico y comunicacionales, plurales y no discriminatorios, adecuados al trabajo de hacerse jóvenes.

En el aspecto espacial llama la atención una doble tendencia presente en los datos. Los estratos altos concentran su sociabilidad en el espacio doméstico y los estratos bajos en la calle. Cualquier otro espacio intermedio, tal como los lugares de estudio, de participación o de trabajo, tienen una importancia mucho menor. Para los jóvenes del estrato alto el espacio público es privado, y para el bajo es residual, la calle, lo que queda cuando no queda espacio, ni en la casa ni en otro lugar. Mientras unos se repliegan en la protección de lo conocido y cerrado, los otros son expulsados a lo inhóspito y ajeno.

Tal vez este hecho permita, de paso, entender la patología del espacio que desarrollan las pandillas. Muchas de ellas definen su identidad en la defensa de un espacio, incluso con la vida si fuera necesario, y en el rechazo a su ocupación, aunque sea en la forma de transeúnte, por parte de otros que, a su vez, controlan otros espacios. Se trata de apropiarse y de dotar de significado propio aquellos espacios residuales que ellos habitan como marginales. Al ponerse ellos mismos en el centro de esos espacios y resignificarlos recuperan, aunque de manera anómala, parte de su dignidad y de su autonomía.

A pesar de sus obvias diferencias legales, desde la perspectiva de las consecuencias subjetivas para el trabajo juvenil, puede no haber demasiada diferencia entre encerrarse físicamente en la casa propia y encerrar simbólicamente un sitio eriazo o una calle como si fuera una casa propia. Son dos formas paralelas de relación con lo público, una por autoexclusión, otra por exclusión forzada. Estas diferencias, problemáticas por sí mismas, aluden también a otro problema, al alto grado de segmentación del espacio público disponible para los jóvenes.

Faltos de tiempo largo para proyectar las biografías y faltos de espacios abiertos y plurales para trabajar los reconocimientos y sociabilidades – aspectos ambos que constituyen lo público común que la sociedad debiera ofrecerles – no es para sorprenderse la relación que muestra la V Encuesta entre un grupo importante de jóvenes y lo público, la política y las instituciones. No es que no les interese, es simplemente que no lo ven, pues no aparece en el campo visual de sus experiencias reales."

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